Haz algo difícil

Somos aventureros hasta que cumplimos veinticinco años, más o menos. A partir de entonces nos vamos haciendo reacios al cambio. Con veinte años puedes salir de casa con una mochila sin saber dónde vas a dormir dentro de dos noches. Con cuarente sólo te mueves si sabes dónde, y además la cama es cómoda.

Es normal. Es parte de nuestra evolución vital.

Lo malo es que también tendemos a la pereza mental. Nuestro cerebro empieza a anquilosarse. Las costumbres intelectuales se van marcando, como los surcos en un camino de tierra. Cuanto más surco hay, más surco hace el siguiente vehículo y más difícil es que la rueda pase por otro lado.

Mi recomendación: haz algo que te resulte difícil. Algo que te cueste un poco de esfuerzo. Algo que obligue a las neuronas a salirse del surco marcado.

"No tengo tiempo" significa "no tengo ganas". Pero muchas de estas cosas no necesitan tiempo adicional:

• Intercambia los botones del ratón, de modo que el click normal lo haga el dedo medio.
• Cambia el ratón de mano.
• Marca el teléfono sin mirar el teclado (entonces descubrirás para qué sirve el resalte en el 5 que tienen todos los teclados, incluidos los de los móviles)
• Al hacer un cálculo numérico, hazlo mentalmente y comprúebalo con la calculadora.
• Marca de memoria los números de teléfono más frecuentes. No utilices la agenda del móvil.
• Escoge una noticia y busca una relación con un suceso de tu día.
• Pon tu serie de televisión favorita en versión original.
• Resume tu día en una frase.
• Comenta un tema que te venga a la mente en un blog.
• Centra tu mente cinco minutos en una idea y no desvaríes (comprobarás que es dificilísimo).

En resumen: Establece una costumbre nueva. Oblígate a hacer algo que te cueste un poco. Sal del surco. Tu mente te lo agradecerá.