Mentir al confesor

El jefe contrató a un consultor para que le diagnosticara si su empresa cumplía con las recomendaciones X al desarrollar sus productos.

En la reunión con el director técnico, el consultor le fue exponiendo los puntos más principales de las recomendaciones X. Así podría hacer un diagnóstico y recomendar dónde había que hacer algo y dónde no.

El director técnico respondió de manera descorazonadora para el consultor.

- Sí, eso lo hacemos - mientras pensaba ¿cómo le vamos a decir que no?

- Sí, eso también (en realidad no, pero me da vergüenza reconocerlo)

- Sí, eso también, también (no sé exactamente a qué se refiere, pero no quiero pasar por torpe)

El consultor se preguntaba para qué le habían llamado.

Al final, el diagnóstico fue perfecto. El jefe felicitó al director técnico. El consultor cobró por su asesoramiento y fue recomendado.

Cuando alguien nos da una recomendación de mejora nos sentimos como si nos llamasen "tonto". Falta humildad para reconocer que podríamos estar haciendo las cosas mejor. Y sin humildad no se puede mejorar.

Podemos intentar mentir al confesor, pero no es ese el camino más inteligente. Podemos mentir al consultor, pero de esa manera no sabremos en qué podremos mejorar.