El software omnipresente

Tengo el privilegio de haber vivido la popularización del software: mi primer ordenador fue un Commodore VIC-20, con 3,5 kB de memoria (sí, tres y medio kilobytes). He asistido al nacimiento del PC. Los ordenadores transportables, portátiles, las Palm y ahora los iPad.

Lo más importante de esta revolución es que el software se ha ido extendiendo por zonas impensables.

Hace poco he oido una promoción para que lleves tu coche Opel al taller oficial: "te hacemos una actualización de software". Compré una televisión nueva, y, como funciona con Linux embebido, me viene con una hoja que detalla las licencias de las diferentes bibliotecas software que utiliza:

Dios mío, el software está en todas partes. Pronto estará hasta en los bolígrafos. O quizá ya lo está. En bolígrafos como este sí, desde luego.