Hace poco estaba visitando una instalación tecnológica. Nuestra zona estaba separada del pasillo por mamparas, de modo que veíamos a los de fuera sólo de cintura para arriba.
Estábamos en lo nuestro, cuando vi con el rabillo del ojo una figura que se deslizaba muy rápida por el pasillo. Sí, se deslizaba, como si fuera flotando.
"No puede ser, no he visto bien", pensé. Pero la figura volvía otra vez, deslizándose, flotando por el aire y sosteniendo una cámara de video.
"¿Qué es eso?" Parecía el rodaje de una película, como cuando montan cámaras sobre raíles (lo que todos hemos visto en los making of -- que se escribe con una sola f, por cierto). Sólo que por aquel pasillo yo acababa de pasar y no había raíles.
El tipo que flotaba entró a nuestra zona y se aclaró el misterio: era un cámara que estaba rodando imágenes para un vídeo promocional interno de la compañía y que iba en monopatín.
Nos contó que montaba el monopatín desde que era un niño, y lo seguía haciendo con mucho gusto -- y conseguía unos travelling espectaculares. Había que verlo tomando imágenes mientras se movía de espaldas sin chocarse con ninguna persona, mesa ni ningún equipo.
Y aquí viene mi reflexión (y de ahí el título de este post). Seguro que cuando en la productora estaban buscando un cámara nuevo, tenían un montón de curriculums. Seguro también que esta persona y otros más tenían habilidades técnicas y artísticas suficientes para lo que se buscaba. Pero, en caso de igualdad, el tener una característica especial, una afición que sería útil para el trabajo, ayudó a decantar la balanza para elegirlo.
¿Has pensado en esos detalles tuyos que hacen tu curriculum especial?
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