No tengo especial capacidad de memorización, pero esta situación la tengo muy grabada: era una reunión para hablar del año recién acabado y las perspectivas para el siguiente. Allí estaban mi Sensei, el jefe de mi Sensei, y bastantes más de la empresa. El jefe de mi Sensei, fiel a su papel de gran orador y amante de las frases lapidarias, se dedicó a hacer culpable de todo a mi Sensei.
Lo que nos ocurriría a cualquiera de nosotros en ese momento es que nos herviría la sangre y pensaríamos:
Tienes suerte de que no tenga una katana a mano, porque te, te, te...
Sin embargo, él no. Ahí estaba, tranquilo, de vez en cuando mirando a los demás con expresión segura, totalmente controlado.
¿Por qué? He llegado a la conclusión de que lo que mi Sensei pensaba era algo así:
Sé que te gusta lucirte, hacer ver que eres el amo del mundo, destrozar dialécticamente a los demás. No me importa, es más, te voy a dejar que lo hagas para que te quedes a gusto. Mi objetivo al estar aquí no es enfrentarme contigo por ver quién es más fuerte, más guapo, o la tiene más larga. Por tanto, como pelearme contigo no va a ayudar a mi objetivo, lo voy a evitar.
Es difícil tener tanto autocontrol como para comportarse tan fríamente en ese caso. La opción fácil (y humana) era entrar al trapo. Pero si uno se abstrae un poco de la situación y lo piensa fríamente, verá que esa era la mejor opción.
"Un momento", me dirás. "Nadie suele replicar al jefe cuando le pone verde."
En efecto, aun cuando el jefe traspasa los límites, no le solemos responder. Pero es que esta actitud de no entrar en enfrentamientos inútiles la observé en mi Sensei también con sus colegas. Incluso, sí, incluso con aquél que era un pesado inaguantable y que a más de uno le (nos) ponía del hígado. A él quizá también, puede ser, pero no se le notaba. Le dejaba explayarse.
¿El resultado? Yo veo unos resultados muy buenos a esta manera de actuar:
- No tienes enfrentamientos personales, que son siempre improductivos y pasan factura.
- Potencias tu imagen de persona agradable. Si no eres guapo, al menos esfuérzate en ser agradable.
- El día que decides enfadarte y levantas un poco la voz, impone más porque sorprende.
Reconozco que esta última es una consecuencia un poco malvada y casi contradictoria con lo anterior. Pero la cantidad justa de sal es la que hace que el chuletón a la brasa esté en su punto.
Postdata:Se encontraron dos amigos después de mucho tiempo. "¡Hombre, Manolo, cúanto tiempo sin verte! Pero bueno, hace años que no nos vemos y no has envejecido nada. ¿Cómo lo haces?". Y Manolo le contestó: "Muy fácil, es por no discutir" -- "¿Por no discutir? Vamos, anda, qué va a ser por eso, imposible" -- "Ah, pues no será por eso".
Etiquetas: gestión, negocios, sensei, trabajo