Sí

"Sí" es una palabra que decimos poco. Y que pensamos poco, lo que es mucho peor. Sienta bien tener pensamientos positivos.

Claro, muchas veces resulta tentador soltar la mala leche que solemos llevar dentro y decimos que no. Pero no por estrategia, sino por hacer mal.

El antídoto es decir que sí.

Hoy tocar decir "sí" a algo. Piensa a qué le vas a decir que sí hoy.

No

Jack Welch cuenta que cuando alguien le proponía una idea, siempre respondía que no. Aunque le pareciese una buenísima idea.

¿Por qué?

Quería ver si quien le traía la idea creía de verdad en ella. Si no se rendía, si amaba de verdad su propuesta como para insistirle al máximo jefe de General Electric. Si estaba dispuesto a pelear, a superar barreras.

Sólo podía saberlo si de partida le decía "no".

¿Has pensado que cuando tu jefe dice "no", quizás lo que signifique es "demuéstrame que de verdad crees lo que me estás diciendo, demuéstrame que es tan bueno que tienes ganas de luchar por ello contra mí y contra todos"?

Piensa en esto cuando alguien te responda "no".

¿Tomaría unas copas con él? ¿Le contrataría?

Es normal hacerse la primera pregunta. Las conversaciones informales del trabajo las solemos tener con gente con quienes nos llevamos bien. En la cena de empresa nos tomamos la copa con ellos. Nos reímos juntos, hacemos bromas... nos lo pasamos bien.

La segunda pregunta me la hago a veces, como puro ejercicio analítico. ¿Contrataría a esta persona con la que estoy aquí trabajando?

Hay que ser frío, olvidarse de simpatías y antipatías, y pensar: si yo fuese dueño de una empresa ¿le contrataría para que fuera el gerente? ¿le entregaría algo que es mío, que equivale a dinero, con la confianza de que lo iba a cuidar y se dedicaría a aumentar su valor? ¿creo que tomaría las decisiones que fuesen más rentables para mi dinero?

¡Sorpresa! Muchas veces me ocurre que hay compañeros con los que no me llevo bien, o no me caen simpáticos, pero me inspiran confianza, o me parecen suficientemente serios como para pensar que sí, que los contrataría.

También hay gente con la que me lo paso muy bien. Pero ni por asomo los contrataba. No confío en que cuidasen mi dinero.

Es curioso ¿verdad? que no haya correlación entre los dos grupos.

¿Has probado a hacer el ejercicio con tus compañeros? Seguro que te sorprendes identificando a alguien que no te es simpático pero que te inspira seriedad.

Análisis sintáctico: el sujeto

En tecnología informática, el análisis sintáctico (parsing en inglés) consiste en analizar una serie de instrucciones para que el programa determine qué hay que hacer. O más en general, analizar un mensaje para extraer la información que contiene y procesarla. Consiste en comprender un mensaje. O lo más cercano a "comprender" que puede llegar un programa.

En lingüística, el análisis sintáctico consiste en identificar las partes de una oración.

Es muy útil para las reuniones de empresa. Ayuda para no caer en las trampas que nos tienden a veces los demás. Trampas gramaticales.

Imagina una reunión como esta: los grandes jefes están analizando un posible nuevo producto. Sesudas discusiones, análisis. Elucubraciones. Opiniones. Hechos.

Alguien dice muy serio:

- Habría que asegurarse de que cumplimos la normativa de seguridad europea

Todos asienten. Claro, claro. Otro dice:

- Debería hacerse siguiendo la nueva revisión de la norma ISO.

Claro, también. Debería hacerse así.

- Habría que verificar que no infringimos ninguna patente.

Por supuesto. No infringir.

- Habría que fijar un presupuesto de coste y esta vez no superarlo.

Ah, el coste. Sí, habría que fijar un presupuesto.

¿Qué tienen en común estas frases? ¿No lo ves? Son oraciones impersonales. Tienen predicado, pero no sujeto. No queda claro quién lo tiene que hacer. El que las dice puede formular cualquier gran idea altisonante. Y como no vinculan exactamente a alguien en concreto, nadie se va a oponer. Perfectas para quedar bien.

Pero no para ser efectivos.

Busca los sujetos de las frases de tu próxima reunión. ¿A que faltan unos cuantos?

Leprechaun

En Irlanda me contaban que todos los jardines tienen su Leprechaun. Es imposible que lo caces. Pero si lo cazas, te dará el oro de su vasija.

En otras tradiciones, hay una vasija de oro al final del arco iris. Como es inalcanzable, no puedes saber si está o no.

Cuando viajaba hoy en coche he visto un arco iris muy singular. Era pequeño, completo. Y se veía el final, estaba en un campo cercano.

Tenía que haber parado a coger la vasija de oro ¿verdad?

Bueno, es que tenía el maletero lleno. Otra vez será.

¿Gracias?

Tengo la costumbre de decir "gracias" bastantes veces. Cuando vendo, pero también cuando compro.

He dicho "gracias" cuando me devolvían la tarjeta de crédito en la gasolinera. ¿Gracias? Y un cuerno. Con el montón de euros que me ha costado llenar el depósito, me tenían que haber hecho la ola todos los empleados.

Noventa y nueve libros, noventa y nueve normas

Me hablaron de una persona que tenía esta norma: tenía noventa y nueve libros en casa. Si compraba uno, tenía que tirar otro a la basura.

Soy de los que creen que un libro, por malo que sea, no hay que tirarlo a la basura. Pero como costumbre para mantener el orden con casi todas las demás cosas, me parece muy buena. Siempre que llevas algo nuevo, tira algo viejo.

¿Y si aplicáramos este principio a las normas en nuestra empresa? Máximo noventa y nueve normas. Si se crea una norma o procedimiento nuevo, se busca alguno antiguo que se deba tirar a la basura. Uno que, aunque esté en vigor, ya no se use.

Así la cantidad de normas que tendríamos sería manejable. No podríamos decir "tenemos tantas que no conocía esta". Nos esforzaríamos por tener sólo las necesarias. Las cuidaríamos más.

Seríamos más productivos.

Lo sencillo

Mi coche se paró subiendo la cuesta del garaje.

Mi tío me llamó preocupado porque desde hacía unos días no tenía sonido de Canal Plus, aunque la imagen la veía perfectamente.

El módem interno del ordenador de mi cuñado dejó de funcionar.

En los tres casos, la solución fue la misma: apretar. Apretar los cables de la batería, apretar el euroconector, apretar la tarjeta PCI en la placa base.

Siempre que hay una avería electrónica, debemos recurrir al arreglo más sencillo (apliquemos el principio de la navaja de Occam). El orden de cualquier reparación debería ser:

1. Apretar los cables
2. Limpiar los contactos
3. Estudiar a fondo el circuito electrónico y proceder a buscar una solución ingenieril

La tentación de cualquier listillo (como yo a veces) es proceder directamente con lo complicado. Mira lo que me ocurrió con la batería de mi cámara: que si la sobredescarga, reacciones químicas, circuitos de protección...

Raspar los contactos. Esa era la solución. Con un pequeño destornillador, raspar los contactos de la batería y del cargador. Ya vuelve a funcionar todo.

Lo temporal se convierte en definitivo

He guardado demasiado tiempo mi cámara de fotos compacta sin usar, y con la batería puesta. Al intentar cargarla, no puedo. La batería parece estar muerta. Es entonces cuando he recordado que si descargas demasiado una batería se queda inutilizable (información detallada aquí, incluyendo fórmulas y principios químicos y termodinámicos).

Muchas veces tomamos una decisión para un breve periodo. Guardo la cámara unos días, pongo esto aquí y le buscaré un sitio, hago una chapucilla en vez de la reparación gorda, acepto este trabajo mientras me salga otro,... Hacemos cosas para ir tirando. Y se nos olvidan, o nos acostumbramos a ellas. Y se convierten en definitivas.

Piensa bien cada decisión que tomas diciéndote que será sólo para una breve temporada. Analiza muy bien si no te estás engañando.

Llame otra vez, señor cliente

Ayer domingo estaba preparando una celebración. Miré presupuestos de comidas en unos cuantos restaurantes. En el de un hotel me dijeron que tendría que hablar con la comercial.

- Estará mañana. Aquí tiene su tarjeta.

Todos somos vagos o simplemente descuidados. Quizá no me acuerde de llamarle al día siguiente; quizá al ver los presupuestos que ya tengo pienso "bah, no hace falta pedir otro más. Me quedo con uno de estos". Quizá se me olvide llamar. Quizá me pase algo y no tenga tiempo de pensar en ello. En cualquiera de esos casos perderían el negocio.

Es muy arriesgado decir a un posible cliente "llámele otra vez, cuando pueda atenderle". No cuesta mucho, en vez de todo eso, decirle

- Le llamará cuando esté ¿a qué hora le viene bien?

Todavía hay muchos negocios que se pierden por decir "llámenos otra vez, señor cliente".

La culpa no se delega

(los nombres son ficticios para preservar el anonimato de la fuente)

En aquella reunión, el cliente comentó a Antonio que la información que le había dado era incorrecta. De las conversaciones anteriores, estaba claro que se trataba de una actividad de varias semanas, pero la documentación enviada por Antonio sólo hablaba de una semana. Un error claro.

La documentación en realidad la había preparado Paco. Paco se la mandó a su jefe, Juan. Juan la mandó a Antonio, y Antonio la mandó al cliente. El error no era originalmente de Antonio, pero al ser quien había enviado los documentos, debía asumir él el error. Aunque fuera por no revisar su contenido.

Antonio pidió disculpas. Reconoció que evidentemente había un error y, aunque no era capaz de dar la información correcta ese mismo momento, la daría pronto.

Después entró en la sala Juan. Le explicaron la situación. Juan miró los documentos que también había mandado sin leer atentamente, y dijo:

Esto será que Paco me los mandó mal.

Aunque los trabajos se deleguen, la responsabilidad no se delega. Pero muchos no lo entienden y no asumen su parte de culpa.

Mamá, papá, tractor

Dicen que "mamá" y "papá" son las primeras palabras que dice un niño porque las consonantes bilabiales (p, m, b) son las más fáciles de aprender a pronunciar. Imagino que este será un caso en que el uso del lenguaje ha ido modificando las palabras originales para acabar creando "papá" y "mamá". Son palabras que se dicen muy parecido en otros idiomas.

Pues bien, nuestro niño a sus once meses todavía no me dice "papá", o "mamá" cuando ve a su madre. Pero sí que dice algo parecido a "tractor" cuando le ponemos el vídeo de los animales y la granja y aparece el tractor.

¿Qué tendrá el tractor que no tengamos nosotros?

Fórmula 1 y la cirugía cardiaca

Fui uno de los españoles que hace dos semanas madrugaron para ver la carrera de Fórmula 1 de Australia. La Fórmula 1 es un deporte cada vez más tecnológico. Reconozco que puede ser aburrido, porque un buen difusor puede tener su belleza, pero es menos emocionante que un buen gol en el fútbol.

Además, las únicas limitaciones que hay en el desarrollo tecnológico en este deporte son las autoimpuestas en costes. Si no, el recorrido sería infinito.

Lo que de verdad me sorprende son los desarrollos tecnológicos aplicados a algo tan limitante como el cuerpo humano. La reparación de una válvula cardiaca es algo muchísimo más complejo de diseñar, más difícil de realizar en la práctica (¿cómo cambias una pieza de un motor en marcha? pues eso es lo que te hacen en el corazón) y con todas las limitaciones que impone el cuerpo a cualquier objeto que puedas introducir en él (el cuerpo no tiene una lista de tornillos que digan "abrir por aquí").

Es una reflexión muy "ingenieril" tras una operación que he tenido muy cerca hace poco. Como todo ha ido bien, me permito esta compración un tanto frívola.